Los 37 kilómetros más duros de mi vida.
Subir el Cerro El Plomo fue una de las experiencias más duras y épicas de mi vida. Son más de 5.400 metros de altura, y hacerlo en menos de 12 horas fue un desafío brutal que surgió de una conversación de amigos.
Desde el inicio supe que no iba a ser fácil, y por eso me preparé durmiendo muchos fines de semana en altura, en el campamento base de federacion.
En esta carrera, el terreno, la altura y el frío te van desgastando paso a paso. Pero también te enseñan a escuchar tu cuerpo, a regular el ritmo y, sobre todo, a entender que estos desafíos los hago para conectar con la naturaleza, con otras personas, y conmigo mismo.
Hubo momentos de cansancio extremo, donde cada paso se sentía eterno, especialmente llegando a la cumbre, donde hay poco oxígeno, pero también momentos de calma y conexión total con la montaña. Esa sensación de estar solo frente a algo tan grande te hace valorar estar vivo, tener salud, y tener la posibilidad de conocer lugares tan remotos.
Llegar a la cumbre fue tan emocionante que me puse a llorar, y esto no me suele pasar en carreras. No solo por el logro en sí, sino por todo lo que implica: el esfuerzo, la preparación y la mente enfocada durante 6 horas contra el tempo.
Esta fue la carrera más dura de mi vida, y también una de las más significativas. Porque sacó lo más humano de mi, ese niño que llora desde lo más profundo del corazón.
Aquí te dejo el video de YouTube que hice sobre esta aventura, de todo corazón, me encantaría leer tus comentarios.
Un abrazo máquinaaa!